Hoy rescato este texto/poema/autonotificación /“algo” que escribí hace muchísimo tiempo cuando necesitaba encontrar ese lugar para hablarme, escucharme, contarme y “aturarme”. Me gusta buscar esa comunicación que sí existe en algunas empresas (no todas) y que tanto descuidamos con nosotras (yo la primera): la Comunicación Interna.
En tiempos de confinamiento y de menos socialización (espero) de la que teníamos, es cuando se pone en evidencia lo bien o mal que convivimos con nuestro yo. Y quizá no sea que no sepamos, o que lo hagamos mal… sino que no nos dedicamos el tiempo suficiente. Ya lo anticipó Bauman en La Modernidad Líquida, en esta era nuestros pilares se diluyen, se derriten, estamos en un constante fluir. Me pregunto a qué nos agarraremos entonces cuando tengamos que afrontar una ciclogénesis explosiva (emocional o meteorológica) que tantas veces castiga, por ejemplo, a mi Galicia.
Esta es la puerta de la Oficina de Asuntos Interiores que me gustaría que atravesásemos más a menudo con un té, con un libro, con una caja de recuerdos, con mochilas que pesan, con dramas de intensidad variable… de todo un poco. Para evitar así que nuestro autoyó, aburrido y desterrado, nos envíe una carta de despido.
Y tú, ¿hace cuánto tiempo que no atraviesas esa puerta?
.
.
.
.
Poema incluido en la Antología “Mayday, 69 Poemas de Rescate” gracias a la invitación de Rosanna Moreda y su bonito proyecto del que algún día hablaré con más calma.